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1. La funcion del Tarot

Todo es Historia

Nuestra vida es una historia. Eso es fácil verlo en los libros y en las películas. Pero no es así de fácil en lo cotidiano. Estamos tan envueltos en su tra­ma, que hasta nos olvidamos de que todo no deja de ser nada más que una historia, así, como en una pieza de teatro. Estamos tan preocupados de «salvar nuestra piel» y de que «se nos dé todo bien», o sea, en realizar todos nuestros deseos y apegos personales, que dejamos de lado toda la belleza y la magia de la propia vida.

Nacemos para interpretar una historia: la historia de nuestra vida actual. Esto sucede en un tiempo y un espacio definidos, con principio, medio y fin. Nacimiento, existencia y muerte. La primera y la última etapa suceden en un abrir y cerrar de ojos, pero, en la segunda, debemos estar bien despiertos para no dejarla pasar, así, en blancas nubes.

Ahora bien, si la vida es una historia, ¿quién la escribe? ¿Nosotros o el destino? Pues bien, ninguno de los dos. Quien escribe la historia de la vida es nuestro Espíritu, el Cristo Interior, el Self, u Orixá, o incluso cualquier otro nombre que se quiera dar a nuestro Ser Divino, el Creador de toda vida. Él es el verdadero, autor y director de la pieza de teatro de nuestra vida. Y, entonces, en ese caso, ¿qué es lo que somos en esta historia? Somos actores, actores de cuerpo y alma, interpretando un personaje, una personalidad que actúa en esta historia.

Para el buen actor, lo importante es representar bien su personaje, sea rico o pobre, guapo o feo, inteligente o irracional. Pero el personaje no piensa, exac­tamente, de ese modo. Tiene intereses, deseos, recelos y toda una gama de razones posibles para preservar, según sus patrones, el mejor nivel de su existencia dentro de su historia personal. Está siempre buscando un «final feliz» y, con ello, se olvida del fundamental «instante feliz». El buen actor debe vivir, ante todo, el «instante feliz», pues solo así podrá dar vida, magia y belleza al propio personaje. Solamente así, podrá ser aplaudido por todos y por el propio corazón, al térmi­no del gran espectáculo de su vida.



El Tarot como una historia de la vida en viñetas

Podemos ver las cartas del Tarot como una historia de la vida en viñetas, donde cada carta es un cuadro, una viñeta con la imagen de un determinado personaje o personajes, desempeñando una determinada función o incluso sufriendo una determinada circunstancia. Revela qué circunstancias rigen nuestra vida en el momento presente y el modo en el que debemos intervenir en ellas. Son etapas de aprendizaje, desafíos y conquistas, por las cuales debemos pasar, como un Vía Crucis, para realizarnos en la historia de nuestra vida.

El conjunto de secuencias de esas cartas cuenta desde la historia de la creación del Universo, de la creación de la vida, hasta la historia personal de cada uno de nosotros, con todos los detalles y pasos que podemos y debemos experimentar para aprender a ju­gar ese fascinante juego de la vida. Cuando seguimos la secuencia de los 22 Arcanos Mayores del Tarot, nos encontramos con la jornada del Ser a través de todas las etapas de experiencias por las que debe pasar hasta llegar a sí mismo: de la inocencia de la infancia a la arrogancia del Ego, y del declive del mismo a la consciencia del Ser. Así, el Tarot cuenta la historia general e individual de todos los seres humanos. Su naturaleza, desafíos y conquistas están todos ahí, para ser experimentados, sentidos y comprendidos en el recorrido de la propia vida.

Nuestra vida es una historia. Una historia que de­bemos interpretar con nuestro cuerpo, nuestros sentimientos y pensamientos. Como en una pieza de teatro, representamos un personaje, una personalidad con características propias, para intervenir en las situaciones con las que se encuentra o crea, consciente o inconscientemente. En la pieza de teatro de la vida, ese personaje es nuestro Ego, la consciencia individual, la personalidad, la persona, la máscara que usamos para identificar y mantener nuestro personaje. Un buen ac

tor, cuando va a interpretar una pieza, se metamorfosea tan bien en su personaje que la platea, aun sabien­do que es el actor el que está allí, se identifica tanto con la imagen del personaje que llega hasta el punto de implicarse emocionalmente con su trama, de reír o llorar con lo que hace.

El Tarot enseña que todos somos actores interpre­tando un personaje. Cuando subimos al escenario de la vida, recibimos una máscara, una personalidad para presentarnos y representarnos ante la platea del mundo con nuestra propia identidad personal, nuestra manera individual de ser y de comportamos ante los demás y ante nosotros mismos.

Hasta ahí, así es. La función del actor es interpretar personajes. Necesita del personaje para «ganarse la vida», así como necesitamos de nuestra personalidad para expresar y apreciar la verdadera obra del Autor-Creador. A través del pulimento de la consciencia individual llegaremos a la experiencia de la consciencia espiritual. Convengamos que un actor sin personaje pasa su vida en vano, no ejerce su real vocación.

Aun así, por otra parte, el actor sabe que está apenas interpretando un personaje, y que, siempre que salga del escenario, volverá a ser él mismo. Es más, todavía sabe que podrá, por eso mismo, dar todo de sí al personaje, vivirlo intensamente, comulgando con él en todas sus tristezas y alegrías, con la única finalidad de hacerlo brillar, así, de la forma que él es, en el escenario de la propia vida. Y, todavía más, sabe que podrá vivir tantos personajes como piezas quiera interpretar.



Eso, así, ya no sucede en nuestras vidas. Nos ol­vidamos que somos actores y nos apegamos a nues­tro personaje como si él fuera nosotros mismos, o nuestro propio Ser, nuestra verdadera esencia. Parece que esa máscara se quedó pegada a nuestro rostro y ya no podemos ver el rostro del actor que está detrás de ella.

Para el actor, lo que importa no son los objetivos del personaje, ni los trazos de carácter, sino la cualidad de interpretación que puede dar a ese personaje. Desempeñar bien su papel, cualquiera que sea, es fundamental para el buen actor. No importa que su personaje sea feo, pobre o mal querido, lo que importa es la vida que le da. Muchas veces vemos grandes villanos conquistando el corazón de la platea, en virtud del ca­risma y brillo que el actor le da.

Sin embargo, cuando el personaje asume el control de la pieza, nos quedamos prisioneros de sus ansias, miedos y deseos que forman parte del libre arbitrio de su historia personal. En la medida en que nos implica­mos con ét asumimos su destino y gastamos toda nuestra energía luchando en contra o a favor del mis­mo. Nos quedamos enjaulados dentro del patrón ético y moral que el personaje ha asimilado para su carácter personal y también de los impulsos emocionales in­conscientes que atormentan y dominan su corazón.

Así, dejamos de ser actores interpretando la vida para ser personajes corriendo detrás de ella. Para el personaje, la felicidad está en el éxito de la realización de su vida personal, en el tan ansiado «final feliz». Solo que ese «final feliz», en verdad, no existe. No es que tenga que ser infeliz, simplemente porque ese fi nal no existe. Solo existe final para las expectativas del personaje, para la duración de su tiempo de vida en la pieza. Para el actor, cada final de la pieza de tea­tro será siempre la perspectiva del inicio de otra.

La verdadera felicidad está en la cualidad de interpretación que damos a nuestra vida y no en sus resultados favorables, no obstante, inevitablemente, pasajeros. Esta es la mayor función del Tarot: mostrar que la vida es una pieza de teatro, un juego, y que debemos, de hecho aprender a jugar, importando poco perder o ganar. Somos actores, actores interpretando un personaje. Su personaje, ¿ya ha pensado en esto?



El Tarot como un farol del momento presente

¿Qué es la vida? Existen muchas respuestas a esa pregunta, pero una es inevitable: ¡nosotros somos la vida! Esto es un hecho, pues una vez que estamos vivos somos, para nosotros mismos, la mayor fuente de experiencia de vida a la que podemos tener acceso.

Acabamos de ver que la vida es una historia, un camino con aparente principio, medio y fin, una eterna sucesión de momentos presentes. No conseguimos trasladarnos físicamente al pasado ni al futuro. Nuestro cuerpo está siempre en el momento presente, reaccionando espontáneamente a las sensaciones que experimenta. Ya no sucede lo mismo con nuestros pensamientos, sentimientos, intelecto y alma que ha­bitan el interior de ese cuerpo. En cualquier momento, pueden estar navegando en las aguas del pasado o vagando por los aires del futuro. Mantenerlos en el cuerpo, en el momento presente, es uno de nuestros mayores desafíos.

El cuerpo es el receptáculo vivo de esa increíble experiencia que es la vida. Sin él, por muy buenos que fueran nuestros sentimientos y propósitos, no estaríamos vivos, aquí y ahora, para manifestarlos. La vida se procesa a través de nuestro cuerpo y se proyecta en la vida, en el momento presente.

Esta es otra gran oportunidad que el Tarot nos da: la posibilidad de vislumbrar, a través del juego, lo que está aconteciendo ahora en nuestra vida. Qué pasos, qué sentido, qué personaje estamos vivenciando en este momento presente. Lo que nuestra razón y emoción deben asimilar y entender para crecer ahora, a través de las experiencias de nuestro cuerpo.

El juego es una combinación momentánea de de­terminados Arcanos, escogidos al azar, con la finalidad de iluminar nuestro camino actual. Es como el haz de luz de un farol atravesando las tinieblas del incons­ciente, la ilusión del personaje, para iluminar la esencia del Ser, la consciencia de lo que debemos hacer en el aquí y ahora.

El actor, en verdad, no necesita el Tarot. Él ya tiene la consciencia de la historia que está interpretando, de las actitudes y emociones por las cuales su personaje tendrá que pasar; sin embargo, al personaje que se debate dentro de esa historia, sin consciencia de ella, sin saber qué rumbo tomar y cómo comportarse, el Tarot lo ayuda a retomar su real papel, le re­vela el momento inevitable que está viviendo y le permite actuar de acuerdo o en contra, según su voluntad personal. Es con libertad como actuamos dentro de la, ya escrita, historia de nuestra vida, una vez que, según el Maestro, «todos nuestros hilos de cabello ya están contados».



La estructura del Tarot

El Tarot es, como sabemos, una baraja compuesta por 78 cartas, divididas en 22 Arcanos Mayores y 56 Arcanos Menores. Esos Arcanos se relacionan con los 4 elementos correspondientes a las 4 funciones psicológicas del ser humano.

Los Arcanos Mayores cuentan la historia de la vida, desde la aparición del Universo hasta nuestra propia historia personal. Esto se da a través de 22 per­sonajes arquetípicos que interpretan las 22 maneras de ser y de actuar en la vida. Son las 22 grandes enseñanzas que podemos experimentar; los 22 grandes personajes que debemos interpretar para llegar, al fin, a una vida significante. Son la causa de estar aquí. Muestran la consciencia de lo que es ser un actor.

Los Arcanos Menores, a su vez, revelan la forma por la cual las 22 grandes enseñanzas se manifestaran en lo cotidiano. Son hechos y acontecimientos, tipos de personalidad que expresan detalladamente esas enseñanzas. Constituyen la forma práctica de expresión de las causas mayores y la manera particular de cómo las experimentamos. Muestran la vivencia del personaje.

Semejante a nuestras barajas actuales, los Arcanos Menores están divididos en cuatro palos: Bastos, Copas, Oros y Espadas. Cada palo, compuesto por 14 car­tas, se divide de la siguiente forma: del As al 10, como una secuencia de hechos y acontecimientos, y, del Valet al Rey como tipos de personalidad (esas cartas son conocidas como las Figuras de la Corte, y, además del Valet, Dama y Rey existe también el Caballero).

Los elementos son las 4 energías distintas que forman la vida y los seres, en el plano físico: el Fuego, el Agua, la Tierra y el Aire. Todo el Universo y los seres vivos están formados, en cantidades diferen­tes, por esos elementos. Nuestro cuerpo está constituido de fuego (calor y vida), agua (sangre y líquidos), tierra (carne y huesos) y aire (respiración y espacio vacío).

Por funciones psicológicas, entendemos los 4 ni­veles de percepción e interacción del ser humano con todos los elementos de la vida, que son: la Intuición, el Sentimiento, la Sensación y el Pensamiento. Todo ser humano presenta en sí esas funciones.

Tanto los Arcanos Mayores como los Menores es­tán encuadrados dentro de sus elementos y funciones respectivas:

En los Arcanos Mayores, tenemos 4 Arcanos-Raíz (1. El Mago, 2. La Sacerdotisa, 3. La Emperatriz, 4. El Emperador), sintetizando, respectivamente, toda la potencialidad de los 4 elementos y funciones. Los demás Arcanos, del 5 al 20, son proyecciones, desdoblamientos de esos Arcanos-Raíz, que se alternan cuaternaria­mente dentro de la secuencia numérica.

Los Arcanos O y 21 son excepcionales: en cuanto que el O es la ausencia de todos los elementos y funciones, el 21 es la presencia de todos en armonía.

En los Arcanos Menores tenemos 4 palos, con 14 cartas cada uno; uno por cada elemento y función respectiva, constituyendo subdesdoblamientos de los Ar­canos Mayores y demostrando su aplicación en lo co­tidiano.

A continuación, haremos un estudio comparado de los 4 elementos, sus funciones y respectivos Arcanos.

Elemento Fuego

Plano: Espiritual.

Es la energía espiritual del ser humano, el impulso divino que hace que el corazón lata y la vida funcione. Es la luz y el calor, la centella divina, la fe que mueve montañas. Es el héroe, el ser mágico, el místico, el re­ligioso, el filosofo, el Cristo Interior que existe en cada uno de nosotros, capaz de realizar milagros en la vida y el propio milagro de la vida. Es la verdadera energía creadora de la vida.

Función: Intuición.

La intuición puede ser comprendida como un ac­ceso instantáneo del Espíritu al ser humano. Es un flash, una llegada de luz a la consciencia para iluminar y guiar al ser ante las tramas y desafíos del día a día. Es el conocimiento puro y espontáneo que proviene del Espíritu.

Arcanos Mayores: el Arcano-Raíz 1. El Mago, sín­tesis de todos los demás Arcanos ligados al elemento Fuego y sus desdoblamientos en los Arcanos 5. El Sa­cerdote, 9. El Ermitaño, 13. La Muerte y 17. La Estrella.

Arcanos Menores: las 14 cartas del palo de Bas­tos, como manifestaciones prácticas de los Arcanos Mayores ligados al elemento Fuego.

Elemento Agua

Plano: Astral.

Es la energía sentimental, emocional, el amor, la entrega del corazón, el profundo mar del inconsciente donde solo la sabiduría del corazón tiene acceso. Es la sangre que transporta y mantiene la vida. Es el ro­mántico, el soñador, el eterno apasionado; el deseo de unión entre las almas para realizar la propia conexión con la vida. Es la energía-madre, generadora de la vida.

Función: Sentimiento.

Es el sentimiento, en cuanto capacidad voluntaria de intercambiar la energía del amor con la vida; de donar y recibir afecto. La capacidad de entregarse de co­razón a aquello que se ama, de abrirse a la felicidad de estar vivo y unido a la vida. Por otro lado, el Agua también se manifiesta como emoción, como impulso inconsciente para la satisfacción de nuestros deseos y necesidades, y es cuando la buscamos en aquello que nos falta y que creemos que nos va a completar. Es el conocimiento que proviene de la experiencia del alma.

Arcanos Mayores: el Arcano-Raíz 2. La Sacerdotisa, síntesis de todos los demás Arcanos ligados al elemento Agua, y sus desdoblamientos en los Arcanos 6 El Enamorado, 10 La Rueda de la Fortuna, 14 La Templanza y 18 La Luna.

Arcanos Menores: las 14 cartas del palo de Copas, como manifestaciones prácticas de los Arcanos Mayores ligadas al elemento Agua.

Elemento Tierra

Plano: Material.

Es la energía material del ser humano, las leyes de la Naturaleza, la fuerza instintiva de supervivencia. Es la acción, él cuerpo físico y sus sensaciones, la salud, el trabajo y el dinero. Son los placeres, la sensualidad y la dependencia de la carne; lo práctico, la estabilidad y la seguridad material. Es el materialista, los «pies en ,la tierra» y la energía de la vida que se manifiesta.

Función: Sensación.

Es la sensación, que se traduce como la capacidad instintiva de percibir e interactuar con la realidad ma­terial. La acción espontánea del organismo para vivir la vida. Es el conocimiento que proviene del cuerpo.

Arcanos Mayores: el Arcano-Raíz 3. La Empe­ratriz, síntesis de todos los demás Arcanos ligados al elemento Tierra, y sus desdoblamientos en los Arcanos 7. El Carro, ll. La Fuerza, 15. El Diablo y 19. El Sol.

Arcanos Menores: las 14 cartas del palo de Oros, como manifestaciones prácticas de los Arcanos Mayores ligados al elemento Tierra.



Elemento Aire

Plano: Mental.

Es Út energía mental, intelectual, la razón, la palabra, el uso del pensamiento para abstraer y definir realidades. Es la civilización, el progreso, las leyes humanas, la moral y la ética; el Ego, la personalidad, la consciencia individual, el libre arbitrio, la claridad mental y la fuerza de voluntad. Son los conflictos que la dualidad de la mente nos crea. Es el pensador, el intelectual y el teórico; es la energía reguladora y apreciativa de la vida.

Función: Pensamiento.

Es el pensamiento, como capacidad de reflexión y valoración de sí mismo y de la vida. Actúa a través de las palabras, construyendo nuestra personalidad y la realidad; estructurando y definiendo quiénes somos y lo que depende de nosotros. Es el conocimiento que proviene del intelecto.

Arcanos Mayores: el Arcano-Raíz 4. El Empera­dor, síntesis de todos los demás Arcanos ligados al elemento Aire y sus desdoblamientos en los Arcanos 8. La Justicia, 12. El Ahorcado, 16. La Torre y 20. El Juicio.

Arcanos Menores: las 14 cartas del palo de Espadas, como manifestaciones prácticas de los Arcanos Mayores ligados al elemento Aire.

La relación entre los elementos y Arcanos es muy importante para la profundización de sus significados y para la propia interpretación del juego, desarrollado a partir de las afinidades y conflictos inherentes a esos elementos, como veremos en el capítulo Juegos.

El modo más completo de jugar con el Tarot es utilizando las 78 cartas; sin embargo, podemos jugar utilizando solo los Arcanos Mayores, para una síntesis del momento, o los Arcanos Menores, para un análisis del momento. Generalmente, en el proceso de aprendizaje del Tarot, se empieza por los Arcanos Mayores, y, una vez dominados, se pasa al estudio de sus deta­lles, a través de los Arcanos Menores.

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