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Ritual con el Tarot: Para que el o ella, le amen

Se dice que el amor no se impone... Es una opinión que numerosas experiencias, en lo que se designa vulgarmente como "lo Oculto”, me han llevado a relativizar seriamente. Una simple observación de la vida de mis contemporáneos me permite comprobar que el impulso amoroso no está esencialmente unido a la belleza (noción totalmente relativa por otro lado), a la inteligencia, ni tampoco a las "técnicas de seducción" (aunque ellas son más representativas que los dos primeros criterios evocados, pero hablar de ellos nos alejaría bastante de nuestro tema). La realidad parece residir ante todo en la sintonía entre dos tipos de energía; muy cercanas, que van a conducir al fenómeno "fusional", responsable de muchos estragos. Por estar demasiado alejadas no se producirá el encuentro. El papel de la magia será el de armonizar ambas vibraciones. Esta operación suscita dos reservas.

En primer lugar, puede conducir a la persona en que actúa, a sufrir “metamorfosis”, o dicho de otra manera, se pondrá a actuar, a pensar de otro modo, con el fin de en encontrarse en la misma longitud de onda que el ser al que ama. Estos cambios serán generalmente positivos, a menos que haya puesto su mirada sobre un ser totalmente incompatible con ella.

En segundo lugar, es necesario que exista una "base" de trabajo previo; la magia no transformará un odio o una repulsión o un total desprecio, en sentimiento amoroso. Nada le impide probar, pero sepa que este género de trabajos está generalmente abocado al fracaso. En la mayor parte de los casos, es indispensable que exista simpatía o, al menos, indiferencia. Estos son los materiales que podrán ser modelados su antojo. El Tarot da resultados excepcionales con mucha frecuencia en este sentido. Sepa que los resultados engendrados por la magia no son necesariamente espectaculares; tendrá sin duda la impresión de que las cosas se hacen de manera natural... incluso si espera desde hace meses tales "coincidencias".

No se olvide, por lo demás, de dar las gracias a las fuerzas que le han servido. Esta es, de algún modo, su única "contrapartida"...

1) Va usted la formar una especie de rueda con varias cartas del Tarot. En la parte de arriba, la carta de LA ESTRELLA. En la parte más baja, la de la RUEDA DE LA FORTUNA. A la izquierda, el AS DE BASTOS. A la derecha, El AS DE COPAS. En el centro de este dispositivo, colocara la carta del SOL, sobre la cual pondrá, con la cara impresa bien a la vista, la fotografía de la persona con la cual quiere usted vivir una historia de amor. Es importante que la figura del Tarot y la imagen de la foto no estén una contra otra.
2) Alrededor del círculo formado por las cartas, va a crear un segundo círculo, constituido como lo habrá adivinado esta vez, por sus velas. La de la parte superior será de color dorado, la de la izquierda violeta, la de la derecha de color carne, la de abajo blanca.
3) Utilice preferentemente a la mezcla del llamado incienso "de Venus" si se trata de una mujer; o de incienso de "Marte" si se trata de un hombre.
4) Antes de actuar, elija la imagen o la frase que quiere proyectar sobre su pantalla mental. Deberá representar aquello a lo que usted aspira de la manera más sintética posible. Puede ser por ejemplo, la persona diciéndole: "yo te amo", o teniendo hacia usted un gesto significativo de su complicidad, una actitud de confianza total. Deberá imaginarla con sus gestos, sus palabras, y si es posible, con su voz.
5) Apague las luces y encienda las velas, que serán la única fuente de iluminación de la habitación.
6) Deje la mente en blanco, y respirando lenta y profundamente y fíjese unos instantes en su dispositivo.
7) Después, proyecte en su pantalla mental una imagen o la frase que ha elegido.
8) Concéntrese ahora en la base de las llamas.
9) Tras unos instantes, coja su péndulo entre el pulgar y el índice y coloque su mano, armada de esta manera, a unos centímetros por encima de las velas - por lo tanto de pie – e imprímale un giro voluntario hacia la derecha varias veces.
10) Visualice de nuevo el ambiente que ha juzgado representativo de su "nueva" situación.
11) Después, guarde su péndulo, cierre los ojos, y conservando presente esta imagen en la mente, eleve las manos hacia el cielo, y como si tirase de unos hilos invisibles, repliéguelas lentamente hasta llegar al nivel de su plexo solar.
12) Este ritual da generalmente resultados al cabo de diez días de practica, en Luna creciente, a condición de que haya usted respetado las condiciones previas establecidas.
13) Una vez acabado ritual, apagué las velas sin soplarlas y guarde su material en un lugar al abrigo de las miradas indiscretas.

Valeria tenía 34 años, era francamente una mujer guapa. Estaba encaprichada de un joven guapo e indiferente, que no parecía decidirse a declararle su amor. Él la tenía una enorme respeto y consideración, pero sólo en lo referente a sus competencias profesionales. De una naturaleza más bien tímida, no se atrevía a confesarle sus sentimientos por temor a que fueran mal percibidos, en tanto en cuanto ella deseaba algo más que una simple aventura. La historia, si se la puede llamar así, duraba ya ocho meses, sin que ningún signo pareciera a animarla a ir más lejos. Me había sido enviada por una amigo. Yo le aconsejé realizar el siguiente ritual, argumentando que no se arriesgaba a nada por comprobarlo.

Por lo demás, las investigaciones preliminares me he habían permitido determinar que el hombre en cuestión no tenía actualmente ninguna relación. Sin embargo, en mi fuero interno, experimenté una ligera duda: ¿podía verdaderamente este ritual desbloquear una situación que arrastraba desde hacía tanto tiempo?. Yo no estaba completamente seguro... Fue un mes más tarde cuando tuve noticias de la bella afligida: de hecho, al cabo de quince días todo había cambiado de manera radical. Valeria, por una casualidad que juzgó como milagrosa, había orientado su conversación sobre un tema que resultó ser una de las pasiones de este hombre. Rápidamente, cambió su modo de mirarla y de considerarla. La invitó una cena, en el transcurso de la cual descubrieron un número alucinante de puntos comunes entre ambos. En realidad, estos dos seres estaban hechos el uno para el otro y no habían llegado hasta entonces a encontrarse... Una segunda cena siguió al poco tiempo y fue en el transcurso de la tercera cuando todo cambió... En el momento presente hace un año que viven juntos, sin que ninguna nube se haya dibujado en el horizonte y venga a turbar su idilio perfecto.

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