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Ritual de la Diosa de las aguas

Hasta el advenimiento de las religiones monoteístas, los pueblos primitivos rendían culto a dioses relacionados con la naturaleza; deidades del trueno, del viento, del fuego, del agua, etc. Entre las diosas de las aguas que han adorado diversos pueblos, pueden citarse a Coi-coi—vilú, de los indígenas del sur de Chile; Tefnut, de los egipcios; Chachihueneye, de los indios nicaraguas; o Mamacocha, de los incas del Perú. A ellas acudían los amantes para que les ayudaran a resolver los problemas amorosos.
En este rito se invoca a Tefnut pidiendo que si la unión que se tiene con la persona amada es de corazón, otorgue fuerzas suficientes para luchar contra la infidelidad. También se le pide claridad en la mente y el alma de la persona que es infiel.

Material: 
Un frasco de boca ancha con agua
Un puñado de sal
Algunas conchillas marinas
Un botón de nácar, blanco
Un trozo de tela blanca, de algodón, de unos 6 x 6 cm
Un lápiz
Una piedra roja
Un cono o varilla de incienso de rosa
Una hebra de hilo blanco
Una aguja

Preparación de la piedra:
Un día o dos antes de llevar a cabo el ritual de la diosa de las aguas, se procederá a cargar la piedra de energía de la siguiente manera:
• Lavar concienzudamente la piedra con agua y jabón, teniendo la precaución de enjuagarla muy bien. Si fuera muy porosa o tuviera agujeros pequeños, pasarle un cepillo para desprenderle la arena que pudiera tener en su interior.
• Dejarla secar al aire libre.
• Encender el incienso y sostener la piedra de manera que reciba el humo.
• Exponerla al sol por espacio de, al menos, tres horas.
• Dejarla toda la noche al aire libre (por ejemplo sobre el alféizar de una ventana) siempre y cuando no llueva ni sea día de luna nueva.
Una vez cargada la piedra tal como se ha explicado, se procederá a ejecutar el rito.

Procedimiento: 
• Poner en el centro el cuenco con agua.
• Echar en el agua el puñado de sal, la piedra y las conchillas al tiempo que se recita la primera oración.


A los dioses y diosas de las aguas
hago esta ofrenda devolviéndole lo que es suyo
para que aclaren el corazón y la mente
de la persona que tanto amo.


• Dibujar en el trozo de tela blanca un corazón.
• Escribir dentro del corazón el nombre de la persona amada y tres equis, que representarán el nombre de la persona con quien está cometiendo la infidelidad (en caso de saber su nombre, será éste el que deba escribirse).
• Coser el botón de nácar en el centro del corazón.
• Echar el paño con el botón que se ha cosido dentro del frasco, recitando la segunda oración; dejar entonces el frasco en un lugar oculto y mantenerlo ahí hasta que el agua se haya evaporado por completo.


Que el poder del agua que todo lo disuelve
diluya el vínculo entre mi amado y su amante
si es que Dios así lo consiente y lo desea.
Que su amante encuentre la persona que le está destinada
y sea feliz. Sé que los caminos de los dioses
son invisibles para el mortal
y que si (…) no es para mí, vendrá algo mejor.
Sólo pido fuerzas para seguir adelante.


• Cuando ya no quede agua en el frasco, enterrar su contenido al aire libre o en un tiesto con tierra.

El agua y la sal representan el mar y son símbolos del mundo de los sentimientos. Devolver las conchillas al mar es sinónimo de la búsqueda del equilibrio, del deseo de que cada cosa ocupe el lugar que le corresponde.
En el corazón está simbolizada la unión infiel y el botón, sin ojal donde abrocharse, ocupa el lugar del amante para quien se pide que encuentre una pareja que le haga feliz.

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