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Novena a la Santísima Trinidad

Oración 1. Beata Isabel de la Trinidad
¡Oh Dios mío, trinidad adorable, ayúdame a olvidarme por entero para establecerme en ti!

¡Oh mi Cristo amado, crucificado por amor! Siento mi impotencia y te pido que me revistas de ti mismo, que identifiques mi alma con todos lo movimientos de tu alma; que me sustituyas, para que mi vida no sea más que una irradiación de tu propia vida. Ven a mí como adorador, como reparador y como salvador...

¡Oh fuego consumidor, Espíritu de amor! Ven a mí, para que se haga en mi alma una como encarnación del Verbo; que yo sea para él una humanidad sobreañadida en la que él renueve todo su misterio.

Y tú, ¡oh Padre!, inclínate sobre tu criatura; no veas en ella más que a tu amado en el que has puesto todas tus complacencias.

¡Oh mis tres, mi todo, mi dicha, soledad infinita, inmensidad en que me pierdo! Me entrego a vos como una presa; sepultaos en mi para que yo me sepulte en vos, en espera de ir a contemplar en vuestra luz el abismo de vuestras grandezas.






Oración 2. Santa Catalina de Siena
¡Oh Trinidad eterna! Tú eres un mar sin fondo en el que, cuanto más me hundo, más te encuentro; y cuanto más te encuentro, más te busco todavía. De ti jamás se puede decir: ¡basta! El alma que se sacia en tus profundidades, te desea sin cesar, porque siempre está hambrienta de ti, Trinidad eterna; siempre está deseosa de ver tu luz en tu luz. Como el ciervo suspira por el agua viva de las fuentes, así mi alma ansía salir de la prisión tenebrosa del cuerpo, para verte de verdad...

¿Podrás darme algo más que darte a ti mismo? Tú eres el fuego que siempre arde, sin consumirse jamás. Tú eres el fuego que consume en sí todo amor propio del alma; tú eres la luz por encima de toda luz...

Tú eres el vestido que cubre toda desnudez, el alimento que alegra con su dulzura a todos los que tienen hambre. ¡Pues tú eres dulce, sin nada de amargor!

¡Revísteme, Trinidad eterna, revísteme de ti misma para que pase esta vida mortal en la verdadera obediencia y en la luz de la fe santísima, con la que tú has embriagado a mi alma!






Oración 3.
Creo en Ti, Dios Padre,
Creo en Ti, Dios Hijo,
Creo en Ti, Dios Espíritu Santo,
pero aumentad mi fe.

Espero en Ti, Dios Padre,
Espero en Ti, Dios Hijo,
Espero en Ti Dios Espíritu Santo,
pero aumentad mi esperanza.

Te amo Dios Padre,
Te amo Dios Hijo, mi Señor Jesucristo, Dios y hombre verdadero,
Te amo Dios Espíritu Santo,
pero aumentad mi amor.

Gloria al Padre,
Gloria al Hijo,
Gloria al Espíritu Santo,
Gloria a la Santísima e indivisa Trinidad,
como era en el principio, ahora y siempre,
por todos los siglos de los siglos. Amen.
Padre omnipotente, ayuda mi fragilidad y sácame del abismo de mi miseria.
Sabiduría del Hijo, endereza todos mis pensamientos, palabras y obras de este día.
Amor del Espíritu Santo, sé el principio de todas las obras de mi alma,
para que sean siempre conformes con la Voluntad del Padre.

A Ti, Padre Ingénito,
A Ti, Hijo Unigénito,
A Ti, Espíritu de Santidad,
Un solo Dios en Trinidad,
De todo corazón te confieso,
te bendigo , te alabo.

A Ti, Trinidad Santísima se te dé siempre, todo honor,
gloria y alabanza por toda la eternidad.

Amén.






Acto de Ofrecimiento
¡Oh beatísima Trinidad!, os doy palabra de procurar con todo esfuerzo y empeño salvar mi alma, ya que la creasteis a vuestra imagen y semejanza y para el cielo. Y también por amor vuestro procuraré salvar las almas de mis prójimos.

Para salvar mi alma y daros gloria y alabanza, sé que he de guardar la divina ley. Os doy palabra de guardarla como la niña de mis ojos, y también procuraré que los demás la guarden.

Aquí, en la tierra, me ejercitaré en alabaros, y espero que después lo haré con más perfección en el cielo; y por esto, con frecuencia rezaré el Trisagio y el verso: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, Y también procuraré que los demás os alaben. Amén.

V. Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo.
R. Alabémosle y ensalcémosle en todos los siglos.

Omnipotente y sempiterno Dios, que concediste a tus siervos el conocer la gloria de tu eterna Trinidad en la confesión de la verdadera fe y el adorar la Unidad en tu augusta Majestad; Te rogamos, Señor, que por la fuerza de esa misma fe nos veamos siempre libres de todas las adversidades. Por Cristo, Señor nuestro.

Amén.





Novena

En adoración de la Santísima Trinidad y en
súplica a la Santísima Virgen María por su intercesión


A Dios Padre

Un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

Os adoro, oh Padre eterno, con toda la corte celestial, por mi Dios y Señor, y os doy infinitas gracias en nombre de la santísima Virgen, vuestra Hija muy amada, por todos los dones y privilegios con que la adornasteis, especialmente por aquel poder con que la enaltecisteis en su gloriosa Asunción á los cielos.


***

A Dios Hijo

Un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

Os adoro, oh eterno Hijo, con toda la corte celestial por mi Dios, Señor y Redentor, y os rindo gracias infinitas en nombre de la santísima Virgen, vuestra muy amada Madre, por todos los dones y privilegios con que la adornasteis, especialmente por aquella suma sabiduría con que la ilustrasteis en su gloriosa Asunción al cielo.


***

A Dios Espíritu Santo

Un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

Os adoro, Espíritu Santo paráclito, por mi Dios y Señor, y os doy infinitas gracias con toda la corte celestial en nombre de la santísima Virgen, vuestra amántísima Esposa por todos los dones y privilegios con que la adornasteis, especialmente por aquella perfectísima y divina caridad con que inflamasteis su santísimo y purísimo corazón en el acto de su gloriosísima Asunción al cielo; y humildemente os suplico en nombre de vuestra inmaculada Esposa, me otorguéis la gracia de perdonarme todos los gravísimos pecados que he cometido desde el primer instante en que pude pecar; hasta el presente, de los cuales me duelo infinitamente, con propósito de morir antes que volver mas a ofender a vuestra divina Majestad; y por los altísimos méritos y eficacísima proteccion de vuestra amantísima Esposa os suplico me concedais á mí y a N. el preciosísimo don de vuestra gracia y divino amor, otorgándome aquellas luces y particulares auxilios con los cuales vuestra eterna Providencia ha predeterminado salvarme, y conducirme a sí.

***

Oración en súplica a la Santísima Virgen María por su intercesión

Os reconozco y os venero, oh Virgen santísima, Reina de los cielos, Señora y Patrona del universo, como a Hija del eterno Padre, Madre de su dilectísimo Hijo, y Esposa amantísima del Espíritu Santo; y postrado a los pies de vuestra gran Majestad con la mayor humildad os suplico por aquella divina caridad; de que fuisteis sumamente llena en vuestra Asunción al cielo, que me hagáis la singular gracia y misericordia de ponerme bajo vuestra segurísima y fidelísima protección, y de recibirme en el número de aquellos felicísimos y afortunados siervos que lleváis esculpidos en vuestro virginal pecho. Dignaos, oh Madre y Señora mía clementísima, aceptar mi miserable corazón, mi memoria, mi voluntad, y demás potencias y sentidos míos interiores y exteriores; aceptad mis ojos, mis oídos, mi boca, mis manos y mis pies, regidlos conforme al beneplácito de vuestro Hijo, a fin de que con todos sus movimientos tenga intención de tributaros gloria infinita. Y por aquella sabiduría con que os iluminó vuestro amantísimo Hijo, os ruego y suplico me alcancéis luz y claridad para conocerme bien a mí mismo, mi nada, y particularmente mis pecados, para odiarlos y detestarlos siempre, y alcanzadme además luz para conocer las asechanzas del enemigo infernal y sus combates ocultos y manifiestos. Especialmente, piadosísima Madre mía, os suplico la gracia… (mencione aquí la gracia).

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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