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Novena a nuestro Santo Patrón

MEDITACIÓN

Santos son quienes se distinguen por sus virtudes heroicas durante la vida y que la Iglesia honra como Santos, sea por la autoridad de su ordinario y universal magisterio o por una definición solemne llamada canonización. Para que la Iglesia reconozca oficialmente la santidad de una persona es necesario que esta se halle ya en gloria, que se la pueda invocar en todas partes y que sus virtudes, durante la vida o el martirio, sirvan de testimonio y ejemplo a los fieles cristianos.

La Iglesia honra a los Santos que están ya con el Señor en la Gloria porque, con el ejemplo de su vida heroica nos sirven de estímulo y además porque interceden ante Dios por nosotros.

Nuestra unión con Cristo hace que estemos unidos con todos aquellos que forman parte de la gran familia de Dios, la Comunión de los Santos. Nosotros, en la tierra, miembros de la Iglesia militante, todavía presentamos batalla como buenos soldados de Cristo; todavía caminamos a la Casa del Padre. Entre tanto, somos ayudados y animados por los victoriosos y santos miembros de la familia, la Iglesia triunfante de Cristo en el Cielo. Honremos a los Santos y esforcémonos por imitar sus ejemplos y vidas virtuosas.

El amor y unión que disfrutamos en la Comunión de los Santos se manifiesta también por la práctica de invocar a los Santos del Cielo como nuestros patronos e intercesores ante Dios. Intercesión muy poderosa porque han manifestado en la tierra tener mucho amor de Dios. Además, porque es una manera de participar en los méritos que ganamos con sus vidas heroicas.

Desde los primeros siglos del Cristianismo se ha llamado Santo o Beato Patrón a aquel que alguna comunidad, organización, lugar o persona haya escogido como especial intercesor ante Dios. Costumbre que tuvo origen en el hecho de que al cambiar de nombre indicaba la transformación en la persona misma. Por ejemplo: Abram es Abraham, Simón Pedro, Saulo en Pablo. La costumbre también es debida a la practica de haberse construido iglesias sobre tumbas de mártires.

En el Bautismo y Confirmación recibimos el nombre de un Santo a quien imitar y encomendarnos. Debemos encomendar frecuentemente al Santo Patrón nuestras necesidades de alma y cuerpo, especialmente en la fiesta del Santo. Se le puede honrar, por ejemplo, haciendo una novena en su honor.


LA PALABRA DE DIOS

¡Oh Señor! por tu sangre compraste para Dios a hombre de toda raza, de toda lengua, pueblo y nación. Los hiciste reino y sacerdotes para nuestro Dios y dominarán toda la tierra" (Ap 5, 9-10). "Nosotros somos el Templo de Dios vivo. Ya lo dijo la Escritura: ‘Habitaré y viviré en medio de ellos, seré su Dios y ellos serán mi pueblo’" (2 Cor 6,16). "El que a ustedes los llamó es Santo y también ustedes han de ser santos en toda su conducta, según dice la Escritura: ‘Ustedes serán santos porque yo lo soy’". (1 Pe 1, 15-16)

ORACIONES

Oración propia de la Novena

Gran Santo ___, te escogieron en mi Bautismo como guardián y testigo de mis obligaciones. Bajo tu nombre fui entonces hecho hijo de Dios por adopción, renuncie a Satanás, a sus obras y falsas promesas. Con tu poderosa intercesión ven en mi ayuda para que yo cumpla aquellas sagradas promesas. Tu también las hiciste en los días de tu peregrinación por la tierra. Tu fidelidad en conservarlas hasta el fin te ha merecido la vida eterna.

Yo estoy llamado a la misma felicidad que tu disfrutas ya. Se me ofrece la misma ayuda con que tu pudiste conseguir la vida eterna. Tu venciste las tentaciones que yo experimento.

Ruega por mí, Santo Patrón, para que, inspirado por tu ejemplo y asistido con tus oraciones, pueda yo llevar una vida santa, tener una muerte dichosa y alcanzar Vida Eterna, alabar y dar gracias a Dios en el Cielo contigo.

Te suplico ruegues a Dios que, si es su voluntad, me conceda esta gracia particular. (Mencione el favor que desea).

Oración final
Dios todopoderoso y eterno, te has complacido en hacer a tu Iglesia ilustre por el variado esplendor de los Santos. Al venerar su memoria, podamos nosotros también seguir sus claros ejemplos de virtud en la tierra y así obtener la corona del Cielo. Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor. Amén

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