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El pañuelo mágico y la estrella de la suerte

Para Rye, mi gitano amigo, el pañuelo representa un elemento protector, es por eso que comúnmente se los ve con el lienzo en la cabeza; para conservar las buenas ideas, los sueños y los proyectos de quién los lleva.

Les evoca la antigua representación del cuadrado mágico que establecían cuando se reunían en los carros haciendo fuego en el medio; y en torno a esa hoguera se expresaba la vida; allí sucedía la verdadera magia.

Con la misma convicción, siguen realizando un antiguo ritual para evitar las infidelidades, especialmente cuando perciben que alguien esta rondando en busca de seducir a la pareja.

Este hechizo lo hacen con el objetivo de cerrarle el corazón y la sexualidad a su contrincante, amarrando la punta de un pañuelo humedecido previamente con la sangre de un pollo, gallo o gallina, a una prenda cualquiera de su rival.

Es también un elemento ligado a la virginidad, en otros tiempos se sometía a la novia, previamente al casamiento, a una prueba que consistía en verificar su virginidad.

Para eso envolvían algún objeto en el pañuelo y las mujeres que más confiabilidad y reconocimiento tenían en el entorno, eran las encargadas de introducirlo dentro de la vagina de la novia, con el fin de corroborar a su salida, la aparición de sangre que representara la ruptura del himen.

Aún hoy, algunas comunidades utilizan en las ceremonias maritales un rito de similitud al antiguo; sólo que ya no esperan asegurarse la virginidad; entonces la madre ingresa el pañuelo con el dedo adentro de los genitales de su hija, y al sacarlo la novia lo sacude con total alegría; que también celebra el novio como símbolo de la pureza de la mujer con quien unirá su vida.
Nosotros, seguramente nos sorprendemos con estas costumbres gitanas, y ellos, encontrarán también, motivos para asombrarse con algunas de las nuestras.

El pueblo gitano se pasó la gran parte de su vida viajando, cruzando desiertos, navegando los mares, recorriendo tierras y la única forma para poder orientarse en la noche que tenían, era obedeciendo la guía de las estrellas.

Si bien para casi todos los hombres del mundo es sinónimo de prosperidad y excelentes augurios, el ver una estrella fugaz; para los gitanos, quienes se adjudican el privilegio de ser los autores de esta leyenda, lo es más aún. Cuando un cíngaro se conmueve observando el cielo e intuye la fugacidad de esa luz que desea; se siente contenido y protegido porque se aleja de la oscuridad, de los espíritus negativos y de las tinieblas.

Desde este poderoso convencimiento es que se obsequian anillos o collares con estrellas y en algunos casos se graban las iniciales de los nombres dentro de las mismas, de quien lo lucirá. Certidumbre que trasladan al momento de la elección de los pañuelos que lucirán en las cabezas, los trapos con los que confeccionaran sus faldas y la seducción de brillos, colores y formas con que deslumbran habitualmente nuestra mirada.

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