
71. El Avaro
En el momento en que te vuelves avaro te has cerrado al fenómeno básico de la vida: la expansión, el compartir. En el momento en que empiezas a aferrarte a las cosas, has fallado la diana: has fallado porque las cosas no son la diana; tu ser más interior es el blanco; no una hermosa casa sino un hermoso "tú"; no muchas cosas sino un ser abierto, abierto para millones de cosas.
Comentario:
Esta mujer ha creado una fortaleza alrededor de ella y se ha aferrado a todas las posesiones que, piensa son sus tesoros. En realidad ha acumulado tantas cosas para adornarse ella misma, incluidas las plumas y las pieles de criaturas vivientes, que se ha vuelto fea en el intento. Esta carta nos desafÃa a ver a qué nos estamos aferrando y qué es lo que sentimos que poseemos, aquello que es tan valioso que necesita ser protegido por una fortaleza. No necesita ser una gran cuenta en un banco o una caja llena de joyas. Puede ser algo tan simple como compartir nuestro tiempo con un amigo o asumir el riesgo de expresar nuestro amor a otro. Como un pozo sellado que se queda estancado por falta de uso, nuestros tesoros se estropean y son inútiles si nos negamos a compartirlos. Sea lo que sea a lo que te aferras, recuerda que no lo puedes llevar contigo. Suelta tu asidero y siente la libertad y expansión que puede traer el compartir.
En el momento en que te vuelves avaro te has cerrado al fenómeno básico de la vida: la expansión, el compartir. En el momento en que empiezas a aferrarte a las cosas, has fallado la diana: has fallado porque las cosas no son la diana; tu ser más interior es el blanco; no una hermosa casa sino un hermoso "tú"; no muchas cosas sino un ser abierto, abierto para millones de cosas.
Comentario:
Esta mujer ha creado una fortaleza alrededor de ella y se ha aferrado a todas las posesiones que, piensa son sus tesoros. En realidad ha acumulado tantas cosas para adornarse ella misma, incluidas las plumas y las pieles de criaturas vivientes, que se ha vuelto fea en el intento. Esta carta nos desafÃa a ver a qué nos estamos aferrando y qué es lo que sentimos que poseemos, aquello que es tan valioso que necesita ser protegido por una fortaleza. No necesita ser una gran cuenta en un banco o una caja llena de joyas. Puede ser algo tan simple como compartir nuestro tiempo con un amigo o asumir el riesgo de expresar nuestro amor a otro. Como un pozo sellado que se queda estancado por falta de uso, nuestros tesoros se estropean y son inútiles si nos negamos a compartirlos. Sea lo que sea a lo que te aferras, recuerda que no lo puedes llevar contigo. Suelta tu asidero y siente la libertad y expansión que puede traer el compartir.
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