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Laurel, defensa contra la brujería

El laurel, como muchas otras plantas, tiene detrás algunas historias que se remontan a la Grecia antigua y está relacionado con dioses y ninfas. De hecho la palabra “laurel” en griego significa Dafne, nombre de una de las ninfas de las que se enamoró Apolo.

Según cuenta la mitología griega, Dafne era una ninfa, hija del dios-río Peneo, que había decidido no casarse nunca. Enamorado de ella el dios Apolo, la ninfa no quiso corresponder a sus deseos y huyó a las montañas

Apolo la persiguió y cuando Dafne vio que iba a ser alcanzada suplicó a su padre que la transformara para escapar de las caricias del dios. Su padre consintió en ello y la convirtió en laurel. Apolo, desconsolado por la pérdida, hizo del laurel su árbol sagrado; lo adoptó como símbolo suyo y cortando algunas ramas se hizo una corona. En toda la Grecia antigua, y como consecuencia de esta leyenda, el laurel siempre estuvo asociado al dios Apolo Cuentan, además, las leyendas, que Zeus mató de un rayo a Asclepio, hijo de Apolo, por resucitar a los muertos. Apolo, herido por el fallecimiento de su hijo dio muerte a flechazos a los Cíclopes, forjadores del rayo. Esto dio lugar a pensar que el laurel no podía ser alcanzado por el rayo y se empezó a utilizar como protector contra las tormentas. Y así, los laureles colocados en las entradas de las casas protegían a sus habitantes funcionando como pararrayos. Además, se convirtió en símbolo de la victoria y el honor y se entregaba como galardón en forma de coronas a poetas, artistas y guerreros. Algunas de las columnas que se erigieron en la antigua Roma para conmemorar campañas victoriosas de los emperadores, tenían decoraciones en forma de corona de laurel, tal es el caso de la Columna de Trajano.

Este simbolismo ha llegado hasta nuestros días hasta el punto de que hoy decimos que una persona ha sido laureada o coronada de laureles cuando se la ha recompensado con honor y gloria por alguna acción, o decimos que hemos obtenido laureles cuando nos referimos a premios o triunfos. Todavía hoy, dentro del mundo militar, existe la “Cruz laureada de San Fernando” insignia que se le concede a los militares como la más alta recompensa al valor heroico en acciones de guerra.

Con el paso del tiempo se ampliaron los usos protectores del laurel y, además de proteger contra las tormentas o representar los hechos gloriosos, se utilizó como una protección y defensa más general y contra la brujería. Empezó a extenderse la costumbre de colocar un pequeño laurel a ambos lados de la entrada de las casas con el fin de proteger el hogar de todo tipo de daños, así como de malas influencias y maleficios. En nuestros días también podemos utilizar el laurel para prevenir y proteger de males nuestros hogares. Para ello debemos introducir algunas hojas en pequeñas bolsas y colocarlas en distintos lugares de la casa o disponer pequeños ramos en las entradas.

Los amores desdichados del dios Apolo hacia la ninfa Dafne y la muerte de los Cíclopes del rayo han convertido a este pequeño árbol mediterráneo de hojas aromáticas, tan popular entre los pucheros de muchos hogares, en uno de los más potentes amuletos protectores del hogar y la familia y en el símbolo de la victoria por excelencia.

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