Tambien el rito tiene su importancia

Todas las prácticas esotéricas y adivinatorias, incluida la cartomancia, tiene un irrenunciable compañero: el ritual.
El cuidado con el que haya buscado y dispuesto a su alrededor todos los elementos, del tapete al incienso, de las velas a la sal, la sacralidad con que se repita los mismos gestos, prestando atención a no cambiar su número ni su orden, los cargan de su misma voluntad y de su sensibilidad, que serán sus ayudantes mágicos porque usted mismo los ha llamado.
A falta del carburante interior, de la sensibilidad y del conocimiento, no hay rito que sirva: las cartas del tarot permanecen mudas.
Pero la sensibilidad necesita a menudo el rito para apoyarse, para obtener de el la señal de salida, un punto de partida, un estimulo. Algo se pone en marcha entonces, dentro del cartomántico, precisamente por medio de ese gesto, de ese signo o de esa palabra, como si sus poderes aguardasen solo esa señal para manifestarse.
La tradición está llena de un ritualismo que debe valorarse y reconsiderarse en su totalidad.
Sin embargo, hay un tiempo que debe observar, marcado por los astros y, en particular, por la Luna, el más rápido de estos. En función de este tiempo hay momentos que resultan más favorables: un periodo del año o del mes, una serie de coincidencias, un día de la semana e incluso algunas horas del día y de la noche pueden ser más adecuadas para la consulta.